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ÉL MATÓ A UN POLICÍA MOTORIZADO
10/05/2008 - Grooveland

Por: Cecilia Testa - cecilia@recis.com.ar

"La larga espera" podría ser la frase que más se ajuste a lo que fue la noche en Grooveland, allá lejos de los jarrones llenos de flores, lejos de los sillones de cuero, lejos de los DJs conocidos, lejos en zona sur. Al llegar, después de un placentero viaje en colectivo (estoy siendo irónica Stagnaro, sí), y encima una hora y media más tarde de lo pactado en los afiches que andaban por ahí, me encontré con una muchedumbre muy tranquila en la puerta del lugar, como si no pasara nada. Después de darme cuenta de que la espera no era para nada aburridora, me acomodé en la vereda, hasta que finalmente pudimos entrar al lugar y comprar las respectivas bebidas de un sábado a las tres de la mañana.

107 FAUNOS fue la primera banda, numerosa, por cierto. Debo admitir que la primera vez que los escuché no me gustó para nada lo que estaba pasando en el escenario y, francamente, no entendía cómo a tanta gente le parecía tan estupenda esa música. Quizá tenía que ver con un estado de ánimo, con el lugar donde los vi, con el hecho de que ese día me saturé de música y al final de la noche todos sonaban más o menos igual... Mi opinión cambió ayer, con melodías pegadizas, dos cantantes simpáticos y unos coritos muy cantables, sobre todo para noches de verano (bueno, para noches de invierno bien abrigados también). No sé cuántas canciones fueron, asumo que las suficientes para dejarnos a todos muy contentos, muy con ganas de ir a comprar el disco de tapa de colores, muy con ganas de seguirlos de ahora en adelante. Además, el pequeño reci vino con un "regalito falsete" en la percusión. De hecho, la última canción de la banda estuvo dedicada a Tomás, "Muchacho Lobo" y listo, los faunos se mezclaron entre el público para lo que vendría.

Bueno, "lo que vendría" es una forma de decir. No sé debido a qué razones todos nos vimos esperando por la próxima banda más de lo que la paciencia puede aguantar, sobre todo un sábado a las cuatro de la mañana, cuando todo lo que querés (y sobre todo en esas circunstancias) es emborracharte o gritar o bailar o sacarte toda la mala onda de la semana. En fin, KIRLIAN estuvo conectando y desconectando cables por más de media hora, más de una hora, para esa época yo ya había perdido noción del tiempo, aburrida. De hecho, mi molestia fue tan grande que ni pude prestarle atención a la banda, ya les había tomado cierto rencor por habernos dejado esperando por tanto tiempo. Igual no los culpo, uno siempre quiere que todo salga bien, que los instrumentos suenen lo mejor posible, sobre todo frente a un público relativamente nuevo.

Para no dejar todo tan en el aire, diría que Kirlian es una de esas bandas sin voz, con mucha carga instrumental, un oasis de sonidos. Eso sí, se necesita prestar atención, el mensaje de la banda no llega tan fácilmente, ya que no hay alguien que hable por ellos. Hay que escucharlos con atención y sentirlos, que fue lo que probablemente falló en mi noche de sábado.

En síntesis, Kirlian es una banda que dejó a algunos muy contentos (comentarios que escuché de mucha gente) y a otros, como en mi caso, muy molestos. Les debo (o me deben) una segunda oportunidad para poder concentrarme más en la música que en el hecho de buscar razones para no irme.


Y por fin, ÉL MATÓ A UN POLICÍA MOTORIZADO subió al escenario, en cuestión de cinco segundos armó todo, pidió que se apaguen las luces y cambió el ambiente. Los motorizados se convirtieron en sombras, no había caras que asociar con la música que sonaba fuerte, muy muy fuerte, dejando lugar a los gritos desenfrenados, las ganas de sacar todo, los saltos, el pogo, la calidez de ser pocos, de presenciar algo que crece cada vez más, pero que sigue siendo tan íntimo.

Lejos de cualquier circuito reconocido, Él Mató abrió con "La Navidad De Los Santos", cerró con "El Héroe De La Navidad" y en el medio se sucedieron toneladas de canciones que ofrecían la oportunidad perfecta para no pensar en nada más. Si bien ya lo dije en más de una oportunidad, la sensación antes del recital siempre está asociada con estas ganas de gritar hasta quedarte sin voz, de no sentirte tan solo entre tanta gente que está ahí por las mismas razones que vos. Porque Él Mató es eso, y por eso cada vez el fenómeno se hace más grande. Es como encontrar tu voz entre tantas voces.

Y así fue, a las seis de la mañana, después de mil saltos, de mil sombras sin caras entre la multitud, después de sentir que estábamos formando parte de algo más grande que nosotros mismos, nos fuimos, cada uno por su lado, afónicos, felices. Es más, creo que las palabras me quedaron chicas una vez más, pero tal vez eso tenga que ver con el hecho de que no existe ejemplo que explique la sensación de ser más libre tan solo con cerrar los ojos y cantar hasta que estar solo o entre la multitud se vuelva un detalle mínimo.

Fotos: Frida (gracias) (http://www.flickr.com/photos/chali/sets/72157605006766033/)



Mail del fotografo: frida@stecher.com